19 de agosto de 2010

Sesenta segundos con el vampiro


Vamos a intentar clarificar para nuestros amables y discretos (por inexistentes) lectores determinadas cuestiones de interés humano y mediático que nos suscita el mito del vampiro, tan en boga hoy día. Para ello contamos con la presencia en nuestro estudio imaginario de D. Nosferatu González de Córdoba y Ponce de León, vampiro jubilado. E imaginado (así me lo imaginaba yo). - Buenas noches Don Nosferatu, como no podía ser de otra manera, je, je.
- Buenas noches. ¿Le importaría bajar la intensidad del foco?
- Por supuesto. Disculpe esta descortesía ficticia con un invitado imaginado. Y muerto, todo hay que decirlo.
- Gracias. A la vista de lo que escribe en su blog también usted parece un perro muerto.
- Bien. Una vez roto el hielo pasamos, sin más preámbulos, a la entrevista... Impresione a nuestros improbables lectores ¿Qué edad cuenta usted, Don Nosferatu?
- Treinta y cinco.
- Perdóneme, ha dicho usted...
- En realidad, casi treinta y seis. Los hago el mes que viene.
- Ya... Y, díganos, ¿cómo hace para conservarse tan, ejem, tan poco bien? Lo digo por su aspecto macilento, expresión depravada, la cara de vicio total... Da usted miedo ¿Deformación Profesional?
- Entre la fotosensibilidad extrema y la vida nocturna, que es muy arrastrada, no hay cutis que resista eso. Por no hablar de las entrevistas patéticas en condiciones de luz inadecuadas.
- Desmiéntame usted algún tópico. El que quiera.
- Déjeme pensar. Por ejemplo, tanto castillo, tanta mansión de lujo, tanta cripta fastuosa, los trajes de Milano. Todo mentira, nada de glamour. Yo siempre he vivido de alquiler: renta antigua, naturalmente. Y me paso los días haciendo tiempo muerto -nunca mejor dicho- enfundado en un saco de camping del Decathlon. El que se empeñe en dormir en un ataúd es que no sabe lo que vale una mudanza.
- No parece que vaya usted sobrado de fondos. Aparte de chupar ¿de qué vive usted?
- Tengo una pensión de jubilación que vengo cobrando desde el año 47.
- Ya va haciendo tiempo de eso...
- Se sorprendería usted de la capacidad de los funcionarios para no mover un papel; sobre todo si son papeles heredados. De todas formas, y al IPC de hoy, con lo que cobro me llega para pagarme el alquiler, el Adsl y cuatro cosillas más.
- Vivo, muerto, no muerto, medio muerto... ¿Cómo se definiría usted?
- En cierta forma, yo he tenido la mala suerte de morirme y reencarnarme en mí mismo. Vamos que no hemos avanzado nada; si acaso, a peor. Lo mío es un reventón en la rueda de la vida, que digo yo. Con los dientes largos y el alma en pena, así no se puede vivir.
- ¿Sueña?
- En realidad, no. Por el día, en el piso -bueno, en el saco- me quedo un poco traspuesto a lo sumo, como en stand-by; vamos, que no llego a desconectar del todo. Menos mal que tengo el Ipod.
- Ya, el Ipod. Y actualmente escucha...
- Audiolibros, principalmente. De autoayuda. También algo de copla y lo que me bajo de Internet. Ah, y también un curso de árabe en podcast. No se puede usted hacer idea de lo soporífero que era antes contar corderos y, peor aún, sin llegar a dormirse. Había días que con gusto me hubiera clavado una estaca entre pecho y espalda. No me cansaré de repetirlo: que Dios bendiga a Steve Jobs.
- Volvamos al tema de la fotosensibilidad, y corríjame si me equivoco, Don Nosferatu: Lo veo a usted emigrando a los países nórdicos. Días cortos, lo justito de sol y ataúdes de Ikea, je, je, je.
- Qué quiere que le diga. Supone usted mal. A la vista de su falta de imaginación casi me alegro de que su blog se mantenga en el terreno de lo impublicado. A diferencia de nosotros, que lo suyo jamás llegue a ver la luz del sol es de justicia inapelable. Olvídese usted de Escanidinavia, hombre, que yo le voy a decir dónde está el futuro: Irán, Afganistan, Siria, Pakistán y demás países islámicos de última generación.
- Explíquese, se lo ruego.
- Para empezar, no hay crucifijos ni parafernalia por el estilo, pero además, y sobre todo, está el burka. No se imagina usted el gusto que me daría poder estirar las piernas por las mañanas enfundado en el burka. Eso sí que es calidad de vida. Qué quiere que le diga: allá se pudran ustedes con su sol de España, sus modas de verano, sus iglesias y sus ajos. En cuanto pueda tramitarme un visado, aquí no me ven más el pelo.
- Aparte de lo de su pensión, cuéntenos cómo se las apaña para seguir chupando y que no se note en las crónicas de sucesos.
- Los Telechinos.
- ¿Digamelón?
- Se lo explico porque me doy perfecta cuenta de que esta entrevista es ficticia. De otra forma, los secretos del oficio no se airean así como así. En dos palabras, es tan fácil como coger el teléfono, pedirse un menú de esos de rollito de primavera y arroz tres delicias y, en su lugar, zumbarse al repartidor de turno, que como siempre es un chino del montón -vamos, igual que en las películas esas de Kárate- luego nadie lo reclama y todos tan contentos. Muy conveniente. Una gran verdad esa de que con la inmigración llega sangre nueva a este país
- Increíble. Me deja usted muerto.
- A mí también. Muerto de ganas de que termine esta entrevista.
- Concedido. Acépteme, por favor, este póster de Robert Pattinson, que en el piso seguramente le quedará de perlas. Cortesía del Blog.

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