14 de agosto de 2010

Las formas importan. Me agrada mucho más ver lo escrito sobre la plantilla del blog que tal cual se me aparece ahora, negro sobre blanco. Está claro que lo que traqueteo en este momento no es más que una secuencia de letras ordenadamente muertas según nacen, que no es lo mismo que vacías, aunque en este caso también lo estén.

Tal vez la retroiluminación del portátil o el ruido de un martillo neumático que arranca cicatrices a alguna calle cercana (es sábado, joder) o las plantas de mi terraza, indiferentes a las obras públicas y a la música que ahora suena en el salón de casa o la luz de esta mañana de mediados del mes de agosto. Tal vez todo eso junto, además de lo que me resta por dejar de hacer hoy, explica, que no justifica, tanta hilera de letra difunta.

Transplantar los cadáveres desde aquí a la plantilla del blog es como adecentarlos; el tránsito del tanatorio al velatorio.

La Loba no ha venido, sepa o no que está invitada. Y yo no lloraré por mis letras muertas.

Lector accidental, te ruego abandones este blog sin hacer ruido. Al igual que yo no velaría a tus difuntos, haz tú lo propio con los míos.

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