10 de agosto de 2023

Ultraprocesados

 Habitamos un mundo extraño. Miles de millones de vidas cotidianas que nacen, se reproducen y mueren e interactúan furiosa y permanentemente para generar ese enigma mastodóntico que denominamos “realidad”. A cada uno de nosotros le es dado conocer, de primera mano, una ínfima parcela de esa realidad, como un pequeño huerto en el que cultivamos nuestros hechos, casi siempre intrascendentes, cuyo único valor quizá sea su autenticidad incuestionable, si bien plagada de matices subjetivos. El resto del mastodonte son telediarios, revistas, tertulias de bar (o a ese nivel), vídeos de TikTok, Pasapalabra y documentales de La 2. Y, también, aunque cada vez menos, algún que otro libro. En resumen: somos el sumatorio de lo que vivimos en directo y lo que nos cuentan en diferido.

    Pareciera haber un consenso tácito entre toda esa humanidad oyente de que, fuera de los huertitos primorosos en los que crecen las verdades pequeñitas de cada quien, existe una naturaleza salvaje plagada de ruido y furia, un tsunami de realidad inabordable para el común de los mortales. Unos pocos tal vez asuman con humildad la situación y se autoproclamen ignorantes -aunque no gilipollas- y enfrenten el caos con un saludable escepticismo que en su deriva más extrema muta hasta el soplapollismo militante. El resto de la ciudadanía probablemente opine que, con los métodos adecuados, es posible sostener y no enmendar una visión sólida de un mundo con encaje sin fisuras en los linderos de su huertito de certezas. Así, el ciudadano del mundo occidental emite su voto en conciencia, recicla sus envases, lamenta brevemente la inmigración suicida, cree a ciegas en la ciencia, la estadística, las rebajas y los algoritmos, guarda los minutos de silencio que hagan falta en repudia por esto o aquello, reserva sus vacaciones con muchos meses de antelación, consume a tontas y a locas por Internet y se preocupa -vagamente- por el cambio climático. La enumeración antecedente tiene, por supuesto, su reverso negacionista, que huertos hay para todos los gustos. Sea como fuere, a todas esas convicciones subyace la idea de que el mundo es así, mal que le pese a quienes no las comparten.

    Existe todo un catálogo de ideas adulteradas del mundo a partir de narrativas en diferido que beben de las fuentes de información disponibles. Fuentes que, a su vez, manan de Plantas Potabilizadoras de lo Real (PPR) en las que, en una primera fase, se filtran y depuran los que vayan a ser los hechos destinados al consumo de una sociedad ávida de certezas fuera del huerto y, ya en una segunda, se ultraprocesan según las prácticas internas de cada PPR.

    En dicha primera fase se aplica un tratamiento de depuración bruta mediante la aplicación de sinécdoques (i.e. reducción de algo complejo a una sola de sus partes) a escala industrial, decantando sucesivamente aquellas partes de la realidad que vayan a sustituir al todo global. Si se fijan, el decantado de una PPR en Mozambique no será el mismo que otro en Cachemira o en la Región de Murcia: todas ellas realidades potables, sí, pero alternativas e incluso antagónicas -a veces- en sus áreas coincidentes.

    Ya en una segunda fase, la PPR, bien por sí o a través de subcontratas mediáticas especializadas, somete a un ulterior tratamiento ese primer decantado de realidad mediante operaciones de ultraprocesado. Con ellas se busca refinar y envasar prêt-à-porter la realidad que consumiremos cada mañana a la hora del desayuno. Las tecnologías aplicadas a este fin son diversas, y no siempre están homologadas, especialmente en estos tiempos de redes e hipercomunicación en los que el posicionamiento ideológico de los medios no es ya un secreto para nadie y la posverdad campa a sus anchas, por mucho que se apele a la neutralidad y a los libros de estilo. La leal oposición, el sentido común, el saber perder y la vergüenza torera son cosas de un pasado bastante reciente, pero que hoy se nos antoja casi victoriano.

    Una vez convenientemente enanizado, nuestro pequeño gran mundo se vuelve a parcelar en nuevas microrrealidades a las que se aplican conservantes en la medida en que se desee prorrogar la vida útil de este o aquel trending topic. Ello explica el porqué de la resiliencia o la zombificación en los medios de ciertas cuestiones que, de haberse respetado su trascendencia natural según el sentido común, habrían desaparecido sin dejar rastro de un día para otro. Así, una noticia putrefacta continua siendo apta para el consumo del público general durante mucho tiempo.

    Además de los conservantes, estas microrrealidades (especialmente las de índole política) se condimentan con distintos colorantes, de tal forma que su aspecto, inicialmente neutro, resulte más atractivo para el consumo de según qué segmentos de población al que vayan dirigidas. De forma similar, los acidulantes, aromatizantes y estabilizantes son capaces de realzar el escaso atractivo de ciertos hechos que de por sí solos resultarían insulsos, pero que ganan enteros y solidez estética con el respaldo literario de editorialistas y colaboradores de fuste en la prensa escrita, o de influencers exhibicionistas tratando de monetizar sus contenidos a toda costa en los espacios virtuales. A este grupo también pertenecen los edulcorantes y, a propósito de estos últimos, y a modo de muestra, desearía hacer aquí una mención especial a la cobertura mediática del asesinato y ulterior desmembramiento de Edwin Arrieta, de profesión cirujano, a manos del telegénico Daniel Sancho, nieto de Curro Jiménez -aunque ni la profesión de la víctima ni la ilustre ascendencia del victimario- aporten nada a este escabroso episodio.

    Todo ese conglomerado destilado y ultraprocesado que nutre nuestra visión del mundo va putrefactando poco a poco el cuerpo social, cada vez más enfermo y carcomido, sin que nadie se haga responsable siquiera de denunciarlo y menos aún de impedir su proliferación. Menos mal que Tamara Falcó -por fin, a sus cuarenta- contrajo matrimonio, aportando así su modesto granito de arena en la lucha por una realidad mejor. Tomemos ejemplo.










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